Unos tímidos vestigios de luz entraban por la ventana de la habitación cuando llegaron seis enfermeras y se posicionaron de a dos en cada cama de los trillizos.
Renán y Maddy despertaron al mismo tiempo sobresaltados por el ruido y las conversaciones.
–¿Por qué tienen que entrar siempre de madrugada y haciendo ruido? –protestó Renán, creyó que para sí mismo, pero fue escuchado.
–Porque estamos entregando la guardia y esta comienza a las seis de la mañana –respondió una de las enfermeras de mala gana–, igual el acompañante del paciente no es que venga a un hotel a descansar.
Maddy sujetó la mano de Renán porque presintió que esa enfermera estaba dictando su sentencia de despido, él la