(Epílogo – Parte V – AERVAL, EL NIÑO REY – Años 116–128 – PARTE 2)
El consejo, presionado por murmullos y alianzas que se movían bajo la mesa, declaró que Aerval sería investido con plena autoridad en el año 115, cuando tenía veintiocho años. La regencia terminaba oficialmente. Aelinne aceptó la decisión sin protestar. Nadie supo cómo recibió la noticia en privado, porque no dijo una palabra durante tres días.
Cuando llegó la ceremonia, Aerval miró a su madre desde el estrado. Ella estaba erguida, impecable, como siempre. Pero su rostro tenía una expresión que él nunca había visto: algo parecido al orgullo mezclado con terror.
El reinado de Aerval comenzaba.
Y Dravena, por primera vez desde Dareyn, tenía un rey que realmente quería gobernar.
Aerval descendió del estrado con la corona todavía fría sobre la frente. El peso no era físico; era la sensación de que cada mirada en el salón esperaba verlo tropezar. Lord Theremir inclinó la cabeza solo lo suficiente para no parecer insolente.