Spencer empezó a abrir los ojos.
Notaba que el cuerpo le pesaba además de sentir frío por todo él.
Tomando conciencia pudo ver, horrorizado, donde estaba.
En una habitación fría y de paredes de piedra.
Intentó moverse y fue entonces cuando se percató de que estaba con los brazos en alto...
Y encadenados.
-¿Qué mierdas...-
Probó a tirar de las cadenas más le resultaba en vano.
-¡No por Dios, no puede ser verdad, no, no, n...-
El sonido de una puerta abrirse le puso los vellos de punta...
-Yyy ya despertaste-
Girando la cabeza vio a un rubio cobrizo plantado en el umbral de la puerta.
Su expresión distaba mucho de una amable y cordial.
-¿Qué demonios hago aquí?- inquirió Spencer.
Christian caminó en círculos.
-Uhmm, bueno, digamos que...como me quedé sin juguetito y estoy bastante necesitado pues...tú me vas a servir-
Acercándose hasta él, Christian le observó detenidamente