En un aprieto.
Jamie.
Aún no podía creérmelo. Era mi Leo, mi amor, la única mujer que lo significaba todo para mí, y estaba allí, en mis brazos, sin querer soltarme, aterrada de volver a perderme.
Besé su coronilla, mientras ella cerraba los ojos, quedándose allí un rato más. Mi teléfono empezó a sonar, en mi bolsillo, y entonces me retiré.
Tengo que irme – le dije, observando su rostro apenado, no quería dejarla, pero no tenía otra opción – volveremos a vernos, princesa – me despedí.
Hice el amago de irme, pero ella me agarró de la mano, impidiéndomelo en el último momento.
Prométeme que esta vez volverás a mi lado – sonreí, levantando su mano, bes