Quiero que me llames Daddy.
Regresó al lado de Johari, sentándose y mirándola a los ojos.
—Hay algo que me gustaría hablar contigo. —Vio la curiosidad emerger en esos ojos marrón oscuro—. Es un asunto que ha estado rondando por mi mente por algún tiempo y… Dios, esto es un poco difícil de expresar —musitó, más para sí—. Bien, lo que quiero decir es que toda esta cosa surgió por mí. Nadie me lo metió en la cabeza y, ciertamente, no sé…
—Si estás balbuceando y dándole vueltas, debe ser algo realmente difícil de decir —interrumpió ella, sonriendo amable.
—Quiero ser legalmente tu Sugar Daddy —confesó. El rostro de Johari se contrajo en un gesto de asombro y total confusión, e incluso pudo jurar que vio algo más en los ojos de ella, pero no sabía qué era.
—¿Qué? —preguntó Johari, poniéndose de pie. Oh, Señor, lo arruinó todo… —. No, Andrew, ¿qué estás diciendo? No quiero nada de…
—No, no, no… —imperó rápidamente, pasándose las manos por su rostro—. No lo entiendas mal, por favor.
—¿Cómo quieres que lo entienda