ALEXANDRA PEMBERTON
Había sido una mañana maravillosa, pero era momento de volver a la realidad y en cuanto puse un solo pie en la empresa, mi alegría se esfumó y por las señas que me hacia la secretaria, estaba claro que debía prepararme para una gran reprimenda por parte de mi padre.
Por su tono, era obvio que se encontraba sumamente disgustado conmigo y si no lograba hallar una buena excusa que no involucrara a cierto joven con un apellido problemático, las cosas se complicarían mucho más para mí.