CAPITULO 39 MR. DECKSHEIMER

—Señor Decksheimer—sonreí coqueta mientras subíamos al elevador como dos adolescentes calientes.

No había nadie más, Edward estaba tan sonriente que contagiaba, me colgué de su cuello.

—¿Quién diría? escapándome en un hotel de lujo con mi jefe, que escandalo—dramaticé la voz

—Usted tiene la culpa, señorita Chadburn—me replegó contra la fría pared del elevador, me estremecí—, se la ha pasado coqueteándome todo este tiempo.

Me mordí el labio, este jueguito me estaba gustando y calentando, espera, ¿no tengo un fetiche con los personajes o sí?

—Yo no soy coqueta, señor Decksheimer—pegué mis pechos al suyo—, es usted quien malinterpreta mi amabilidad.

—¿Malinterpreta? —sonrió seductoramente, las mejillas me picaron, me tomó por el mentón y con el pulgar acarició mis labios—esa es una mentira muy cruel.

Lo tomé por la corbata acercándolo a mí.

—Deja de ser tan cruel y bésame—tiré de él hacia mí.

Nuestros labios comenzaron una danza sensual y hambrienta, ¿Cuánto tiempo llevábamos conteniéndo
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