—¿¡Estás esperando un bebé…?!
Amy se limpia las lágrimas.
Y luego asiente.
—¡Oh, Por Dios! ¡Por Dios! —Maylene la arroja hacia sus brazos—, ¡Felicidades, Amy! Escucha, eh, Dios, también estoy temblando. ¡Por supuesto qué deberías hablar con él, Amy! Sam es un hombre distinto, nunca lo he visto