Llamas salen de sus ojos al ver cómo Reece mira a Hayley. Esa niña es suya, Hannah es suya. Nadie tiene el derecho de acercarse y mucho menos ningún otro hombre. El mundo es cruel y putrefacto, y sus hijas son ángeles, la inocencia más pura, su tesoro más sagrado, su razón de ser.
Está tan molesto