LAS CADENAS  DEL ALFA
LAS CADENAS DEL ALFA
Por: Noelle Herrera28
PRÓLOGO.

VIOLET SWAN.

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Cada día me pregunto porque la vida tiene que ser tan injusta conmigo, ¿Acaso es un pecado ser diferente? ¿Es mi culpa ser como soy? Son las preguntas que me hago a diario, ya que para algunos mi sueño es una completa tontería, pero para mí es lo más importante aunque sea impensable. Siento como las lágrimas se deslizan una tras otra por mis mejillas.

Después de sentir que subía al cielo, tocaba las estrellas con mis propias manos, rápidamente bajé al infierno de un solo tirón. Me quité las sábanas de encima con un puntapié y salí corriendo al baño.

— ¡¿Porqué?! — cuestiono con los labios temblorosos entrando a la ducha.

Deja de llorar de una vez por todas Violet, él no merece una sola lágrima más — me repito una y otra vez, con la sola intención de convencerme a mí misma.

Mi espalda se desliza tras cerrar la puerta hasta que mi trasero toca el frío suelo de mármol dando un respingo e incorporandome de inmediato casi dando un salto y pongo a llenar la bañera. Necesito limpiar mi cuerpo de cualquier rastro que él hubiera dejado en mí. Sabia que nada de esto funcionaria, aunque lo sabía creí que al menos me haría sentir mucho mejor.

Una vez que la bañera está lista, introduzco mi cuerpo para poder camuflarlas con el agua.

— ¡Violet! — mis ojos se abren y siento el corazón latir con fuerza al escuchar el tono autoritario de su voz.

No respondo, me quedo completamente callada ya que no quiero verle la cara, pero no respeta mi espacio personal y entra al baño, acercándose a la bañera.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto sin mirarlo a la cara.

— ¿Acaso no estás escuchando que hablo contigo? — se sienta al borde de la bañera y me mira con arrogancía.

— Lárgate — a pesar de querer sonar autoritaria, mi voz es muy baja, pero estoy muy segura que me ha escuchado perfectamente.

— ¿Porqué abandonaste la cama? — inquiere con una extraña gentileza — Esperaba tenerte a mi lado cuándo despertara.

— ¿Porqué no te vas de aquí y me dejas en paz? — lo fulmino con la mirada sintiendo que todo el cuerpo me tiembla — Ya tienes lo que tanto querías, Aarón, ahora déjame en paz — arrastro las palabras.

Siento tanta rabia por dentro, tristeza y miedo en partes iguales que abrazo mis piernas con fuerza, en un vano intento de mantenerme segura.

— ¿Estás asustada, cachorra? — pregunta con burla y me toma de la barbilla con fuerza obligándome a mirarlo directamente a los ojos — Lo peor ha pasado ya, pastelito — musita sin soltarme.

— ¡No me vuelvas a llamar de esa forma! — le doy un manotazo en la mano para que no toque mi rostro.

Veo cómo su rostro se transforma y me toma con tanta hostilidad del cabello sacandome de la bañera, completamente empapada y desnuda.

— ¿Qué estupidez es esa que no puedo tocarte? — gruñe Aarón, sin una pizca de tacto — Te voy a decir como se me venga en gana Violet, porqué a partir de ahora eres mi pequeño pastelito — me suelta con brusquedad quitandose la ropa y entrando junto a mi a la gran bañera.

Sus ojos me miran con una mezcla de deseo y rabia, sorpresivamente se acerca a mí tomandome de manera posesiva por la cintura haciendome sentir un enorme escalofrío que me recorre todo el cuerpo. Me siento asustada, nerviosa, no tengo idea que tiene pensado hacer conmigo y por más que intento luchar con él para que me deje ir, es completamente difícil, mucho más cuando siento su aliento sobre mi cuello erizandome la piel ante su tacto.

— Escuchame muy bien, Violet — murmura cerca de mi oído debilitando mis piernas y mi cordura — Escuchame, ya que diré esto una sola jodida vez, pastelito — detesto que me diga de esa forma. Aunque admito que es un lobo atractivo de piel blanca y cabello negro como una noche sin luna — No quiero verte con ningún otro lobo, ni mucho menos un humano — amenaza — Tú, eres solamente mía. ¡Solamente mía pequeña chiquilla estúpida.

Siento como sus palabras me rompen por dentro.

— ¡No es justo! — sollozo forcejeando para que me suelte.

— Tienes razón pastelito — acaricia mi cabello mojado — No es justo para ti, eso lo sé perfectamente — se burla de mpi — Y la verdad es que no me importa como te sientas, para tú desgracia resultaste ser mi compañera — mi pulso se acelera cuando aprieta los dientes como si decirlo le causa asco.

— Entonces, déjame ir…

— No sueñes, ni siquiera pienses que dejaré que algún imbécil toque lo que es mío, aunque no te amo, me perteneces.

— N-no lo entiendo — titubeo viéndolo a los ojos — ¿Porqué tienes que ser así conmigo, Aarón? — mis ojos se cierran tras la pregunta, quiero intentar detener el llanto — Ya has sido claro, no me quieres, y apenas nos une este maldito lazo que tanto odias.

— ¡Es tu castigo por ser una niñata estúpida! — me grita a la cara y quiero que me deje en paz, no soporta la crueldad de sus palabras.

— ¡¿Entonces, porqué me castigas de está manera?! — cuestiono intentando igualar su tono de voz, pero fallando en el intento.

— No sabes cuanto te odio, Violet — su mano aprieta mi muñeca, lastimandome — He debido dejar que te ahogaras en ese m4ldito río — niego con la cabeza y me fundo en esa mirada oscura. Se inclina con rabia besando mi cuello y haciendome cosquillas.

Odio sentir esto, pero la sensación en mi pecho es de profundo hundimiento. Sus palabras son veneno que se sientes como dagas a quemarropa entrando lenta y dolorosamente en mi piel.

— ¡Pues, has debido dejarme morir en ese lugar! — grito furiosa, haciendo que mi garganta me arda.

No soporto más sus humillaciones, de haber sabido que salvarme la vida me costaría tan caro, hubiera preferido morir allí mismo en la caída. Ahora mismo la muerte suena mucho más placentera. Pero, no dice nada, no me responde. Simplemente se marcha de allí, dejandome con el alma destrozada, emocionalmente humillada y puedo ver como el agua escuche por la espalda de aquel lobo siniestro, con ese cabello negro dejando rastros a su paso.

Me sumerjo por completo en el agua frotando, removiendo cada rastro de su olor, de su contacto con el mio, pero por más que tallo y tallo, lo que hago es dañar mi piel, enrojeciendo y tratándola con brusquedad.

Mientras que Aarón, sigue intacto.

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AARÓN CONNOR.

Estoy tan enfadado, que no puedo evitar golpear el colchón con los recuerdos de aquel momento. No puedo creer como mi vida ha cambiado desde que decidí salvar a esa pequeña de ahogarse, de ese aroma dulzón. El consejo me impondría todo, lo que haría y hasta con quién me debo casar, pero en mis planes definitivamente no estaba que Violet, fuera una mestiza.

Eso, simplemente mancillar el linaje de los Connor.

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Voy caminando tranquilamente, hasta que un grito infantil llama mi atención y corro buscando la fuente de dicha pedida de auxilio, en ese momento veo un pequeño cuerpo ser arrastrado por la fuerte corriente del río. Sin pensarlo dos veces, me sumerjo al agua para rescatar al pequeño.

— ¡Resiste, te ayudaré a salir! — solo logro escuchar los sollozos del pequeño, debe sentir mucho miedo.

Con esfuerzo, consigo llegar cerca y poco a poco lo llevo a la superficie sacandolo de las aguas heladas. Parece estar desmayado, así que lo coloco lejos de las aguas frías e intento despertarlo, pero nada, simplemente no reacciona y parece que nada va a funcionar. Así que en un rápido movimiento me inclino para darle respiración de boca a boca. En ese momento, comienza a recuperar la conciencia y un par de ojos ambarinos muy brillantes me dejan ver las lágrimas acumuladas.

Me observa con asombro, como si no pudiera creer que estuviera vivo en este momento. Aún así, no puedo negar que al ver esos ojos, siento una extraña corriente eléctrica por todo mi cuerpo, haciendo que mi lobo interno se descontrole extasiado ante la dulce fragancia que emana de su pequeño y frágil cuerpo, debajo del mío.

— G-gracias por salvarme… — titubea en un pequeño hilo de voz, y sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Entonces se abalanza sobre mí con los brazos abiertos sin siquiera pensarlo — ¡Tenía mucho miedo, creí por un momento que moriría!

Conscientemente correspondo a cierto contacto. Y mi ceño se frunce por la confusión que siento en este momento.

— Oye niño, ¿me dices cuál es tú nombre? — pregunto y aparto su cuerpo del mío, viéndolo a los ojos.

— No soy un niño — dice entre pequeños hipidos viendo cómo se sonroja y nuestros ojos no han dejado de mirarse. Ahora me siento como un estupido, y totalmente confundido — Mi nombre es Violet, soy una niña.

— Violet — saboreo el nombre de la pequeña castaña frente a mí — Entonces, eres una niña, una muy tonta. ¿Si lo sabías?

— Lo sé, es que yo…

— ¿Cómo se te ha ocurrido meterte en ese río con la corriente tan fuerte? — averiguo — Ha podido pasarte algo, si no hubiera estado por allí…

Repentinamente me callo de golpe al sentir como ella vuelve a aferrarse a mi cuerpo con todas sus fuerzas. Sé que tiene mucho miedo, no es para menos luego de la caída que ha sufrido. Sin embargo, por alguna razón que desconozco, no me gusta escucharla llorar, eso sumado a que ese aroma tan dulce me hace sentir completamente diferente una vez más.

Sin pensarlo nuevamente, correspondo a ese abrazo y no la suelo. es como si quisiera que se quedara entre mis brazos para sentir el ferviente deseo de querer protegerla para siempre. En ese momento recuerdo las palabras de la abuela Genna:

En ese momento es que comprendo las palabras de mi abuela, solo que ahora todo es tan diferente, no soy tan pequeño, y entiendo que ella es mi pequeña loba, no hay duda de eso. La pequeña que está abrazándome con fuerza, me mira y me quedo completamente estático, no sé qué hacer, ni tampoco cómo reaccionar para no asustarla. Ahora los recuerdos de aquella conversación con la abuela, llenan mi mente.

— Te prohíbo que vuelvas a hacer una tontería como esa, Violet — la reprendo con firmeza — De ahora en adelante, yo seré quien cuide de ti — exijo con seriedad.

— ¿Tú cuidarás de mí? — pregunta confundida ante mis palabras. Asiento poniendome de pie y pidiéndole que me de su mano.

— Si, de ahora en adelante seré quien te cuide de todos, y cuando sea el líder de la manada, tu serás mi loba — me mira con esos bonitos ojos brillantes, ahora no solo por la lágrimas, sino por algo más que no logro descifrar — Así que no quiero verte con otro chico que no sea yo — ve la seriedad en mis palabras, ya que se queda completamente callada.

——🩶——

— Sé que soy un hijo de perra al torturarte — gruño — También, se cuanto mereces ser felíz, pero la sola idea de que alguien más te ponga un dedo encima, me vuelve completamente loco Violet, y quisiera asesinarlos a todos — me peino el cabello hacía atrás — No me importa cuanto me odies, no dejaré que nadie pose sus ojos en ti. Eres completamente mía Violet Swan, lo has sido desde aquel momento que te salve de ahogarte y te guste o no, jamás podrás cambiarlo de pastelito.

Me miro frente al espejo y aunque me siento un completo hijo de puta, pero es el precio que tendrá que pagar. No he puesto las reglas, así son las cosas y su destino es estar a mi lado.

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