—Mentirte a ti mismo y a mí no te llevará a ningún sitio que valga la pena. —Mi voz seguía ahogada por su camisa, pero estaba segura de que me entendía. O al menos bastante segura.
—No es mentira. Volvamos a la parte en la que Hunter te dio cosas que no tenía derecho a darte. —La voz de Clay seguía tensa—. Mientras te sostengo así.
¿Esto te ayuda a calmar a tu lobo?
No. No necesita que lo calmen. Su jaula es impenetrable.
No le creí a Clay.
El lobo era parte de él, después de todo. No entendía cómo podía mantener legítimamente la mitad de su ser enjaulado.
Hunter me entregó una carpeta al irse, después de disculparse por todo lo que había hecho y básicamente decir que por fin me dejaría vivir mi vida. Me tuvo prácticamente cautiva el año pasado. ¿