Enzo nunca me había obligado a intercambiar nada por ropa, comida ni atención médica, pero esas cosas eran prácticamente necesarias si quería aparearme con él. Dejar que mi hermano entrara en la manada para salvarle la vida no lo era.
—Puedo sobrevivir a un favor, Logan. Te echaron de Creek por mi culpa. ¿Solo...?
—Tengo que irme. Te avisaré cuando encuentre otra manada. Te quiero. —Su voz era áspera.
Estaba triste, aunque no quisiera admitirlo. Había pasado tantos años en la Manada Creek de adolescente, domando a su lobo y obligándolo a seguir a otro Alfa. Solo lo habían permitido allí por la influencia de nuestros padres adoptivos. Estuvimos separados un tiempo. No fue hasta que finalmente tomó las riendas de la manada que consideramos que era lo suficientemente seguro como para que me mudara con él.
—Yo también te amo.—
Colgó tan pronto como pronuncié esas palabras y dejé escapar un suspiro tembloroso.
Si no iba a unirse al Crimson Pack, solo quedaba una opción.
Silas.
Otra respira