Estaba en mi apartamento, con las luces atenuadas y el corazón latiéndome con fuerza contra las costillas. Mi hermano estaba sentado en el suelo, con las rodillas pegadas al pecho y los ojos oscuros abiertos por el miedo.
—Amarillis —susurró—. Esto no va a funcionar.
—Tiene que ser así —dije con voz temblorosa. Me temblaban las manos al colocar el panel oculto en su sitio, sellándolo en la pequeña habitación que había construido detrás del armario—. No hagas ruido. No te encontrarán.
El sonido de botas golpeando la escalera me dejó sin aliento, y me giré para encarar la puerta justo cuando se abrió de golpe. Oficiales uniformados inundaron la sala, con voces fuertes y autoritarias.
—Amarillis Yorke —ladró uno de ellos, dando un paso al frente—. Quedas arrestada por albergar al cambiaformas lobo Logan Yorke y por obstrucción a la justicia. Tienes derecho a guardar silencio...
Las palabras se desdibujaron, su significado se perdió mientras dos oficiales me arrastraban hacia adelante. Lu