Madison James
Pasan las horas y no tengo con quien hablar, no me muevo de la habitación hasta que es tarde y el hambre me está matando, saco la comida fría apenas tocada y exploro el Pent—house una increíble vista de Miami de noche se ve a través de la pared de cristal.
No me detengo a observar mucho, entro a lo que creo que es la cocina y abro la nevera, hay un pastel de durazno, mi favorito, lo saco tomo un trozo en un plato me lo como lentamente, esta divino y lo mejor no lo devolví, miro la hora y son las doce de la noche, el chofer, guarda espaldas o lo que sea no se ve por ningún lugar, por lo que decido salir del lugar en absoluto silencio solo con mi cartera, el vigilante me observa salir y no dice nada.
Tomo un taxi rápidamente Miami es de esas ciudades que nunca duerme le doy la dirección y entro al apartamento de Rio, el prometió que lo dejaría en libertad, yo me alejare pero espero cumpla su promesa.
Me doy un baño y me coloco una de las playeras de mi prometido, me