Ángela llega a la cárcel y se dirige a la celda de Mariana, llevando consigo una bandeja con comida. Mariana la recibe con una sonrisa débil, pero agradecida.
— Gracias, Ángela —dice Mariana, mientras toma la bandeja—. Esto significa mucho para mí.
Ángela sonríe y se sienta en la silla frente a la celda.
— ¿Cómo estás? —le pregunta—. ¿Cómo te sientes?
Mariana suspira y mira hacia abajo.
— Ahora tengo más esperanza —dice—. El abogado que Nikolai me consiguió es muy bueno. No sé cómo puedo pagarle, no me lo merezco...
Ángela se inclina hacia adelante y toma la mano de Mariana a través de los barrotes.
— No digas eso, Mariana —le dice—. Tú no te mereces estar aquí. Vas a salir de esta, te lo prometo.
Mariana aprieta la mano de Ángela y mira hacia arriba, con lágrimas en los ojos.
— Gracias, Ángela. Significa mucho para mí que estés aquí.
Ángela sonríe y aprieta la mano de Mariana con fuerza.
— Claro que sí, Mariana. Te voy a ayudar. ¿Qué te dijo el abogado?
Mariana se limpia las lágrimas