Mundo ficciónIniciar sesiónEl hospital privado San José olía a antiséptico y secretos, y los secretos siempre tenían precio.
La sala de espera del tercer piso era un estudio en lujo discreto: unos sillones de cuero color crema, unas revistas de arquitectura y finanzas acomodadas con precisión geométrica sobre mesas de cristal, una iluminación suave que pretendía ser reconfortante pero solo lograba proyectar sombras inquietantes en los rincones. Las ventanas mostraban una vista panorámica de San Pedro Garza García, donde el sol de media mañana hacía brillar los rascacielos como los dientes de un tiburón.
Gabriel caminaba de un extremo al otro de la sala con unos pasos que devoraban el espacio como un animal







