Mundo ficciónIniciar sesiónValeria entró a Torre Santibáñez a las siete de la mañana sabiendo que no saldría ilesa.
El lobby estaba desierto a esa hora temprana, iluminado solo por las luces de emergencia que proyectaban sombras alargadas contra el mármol pulido. Sus tacones resonaban con cada paso como una sentencia siendo pronunciada letra por letra. El guardia de seguridad la saludó con un gesto que parecía más una disculpa que una cortesía, como si supiera algo que ella no sabía, como si ya hubiera visto este tipo de escenas antes y conociera exactamente cómo terminarían.
El elevador subió los cuarenta y cinco pisos con una lentitud tortuosa. Valeria observó su reflejo en las puertas met&a







