59. MI CASA DE ENSUEÑO
Ya me imaginaba los días venideros, con Ilán disfrutando del jardín, el sol filtrándose a través de las ventanas, y la tranquilidad que tanto necesitábamos. Era un nuevo comienzo, una esperanza renovada que quizás también contribuiría a la recuperación de Ilán.
La decisión estaba tomada. Nos mudaríamos temporalmente a mi casa, un lugar que prometía ser un rincón íntimo de paz y recuperación para ambos mientras enfrentábamos los desafíos actuales.
—Ivory, hoy recibí una extraña llamada de la prisión donde estuviste —confesó Ilán muy serio, después de indicarle a Armando que nos llevara a la dirección que yo le había proporcionado.
—¿Una llamada de la prisión? ¿De quién? —pregunté intrigada.
—De Josefina, la jefa —respondió Ilán—. Me pidió que te llevara a verla.
La sorpresa se reflejó en mis ojos. ¿Qué podría querer la jefa de mí? Es verdad que, de cierta manera, después de haberme hecho limpiar toda la prisión, me había protegido, pero no se había realizado ningún pacto o promesa e