ILÁN:
Me sentí expuesto pero extrañamente liberado, esbozando una sonrisa tímida. La mano de Ivory apretó la mía, dándome confianza.
—Sí, soy yo —respondí, mi voz más firme de lo que esperaba—. Y debo decir que estoy encantado de conocer este lugar tan especial para mi esposa.El hombre mayor soltó una carcajada alegre y me dio una palmada amistosa en el hombro.—¡Bienvenido al mundo real, muchacho! —exclamó—. Soy Tomás, un viejo amigo de la familia de Ivory. Cualquier hombre que ella ame es bienvenido aquí. Poco a poco, la tensión inicial se disipó y la gente comenzó a acercarse, curiosa y amigable. Me encontré rodeado de rostros sonrientes, escuchando historias sobre la infancia de Ivory y recibiendo consejos sobre los mejores puestos de comida del mercado. De repent