140. EL MENSAJE DE AMELIE
Así que había otro Makís, pensé, observando más detenidamente a Daniel. Su rostro reflejaba derrota mientras veía al hombre que lo amenazaba alejarse. Me escondí un poco más, temerosa de que él pudiera voltear y atravesar con su mirada las sombras donde yo me refugiaba. Cuando finalmente giró la cabeza en mi dirección, contuve la respiración. Solo se quedó unos segundos, que a mí me parecieron eternos, y luego se marchó tras el hombre que había tomado otro rumbo.
Esa revelación me dejó paralizada, pero no tanto por la sorpresa, sino por la sensación persistente de que algo aquí no encajaba. Esta familia era un entramado de secretos e intrigas que apenas comenzaban a desnudarse frente a mí. Y Daniel... él era una pieza nueva en un rompecabezas que ya de por sí era confuso y peligroso.
Regresé a la casa con pasos rápidos, antes de que el pánico me traicionara y alguien más me descubriera. Mientras atravesaba el jardín, mi mente ardía con preguntas que me quemaban por dentro. ¿Qué sign