La pregunta de Leila resonó en la sala, cargada de una esperanza que se mezclaba con la incertidumbre. La posibilidad de tener más familia la llenaba de un anhelo que se reflejaba en sus ojos. Ilán guardó silencio; no quería engañarla. Veía la mano de su tía Josefina en la herencia que había recibido el padre adoptivo de Leila, en su intento de ayudar a su nieta desde lejos.
Algún día esperaba poder contarle la verdadera historia de lo que había sucedido con su familia materna y que ambas pudieran tener una relación como lo que eran: abuela y nieta. Pero ahora no era el momento de relatar esa historia tan terrible. Por eso miró a su esposa, Ivory, que permanecía en silencio, y entendió su petición de ayuda.—Creo que por hoy hemos tenido suficiente conversación. Imagino que debes estar agotada por el viaje. Vamos a que descanses en nuestra cas