~Analía~
Dicen que la vida se encarga de poner cada cosa en su lugar, tal vez la madre de Alex no merecía morir y no tenía por qué hacerlo, pero en el momento en que él se le ocurrió la gran idea de empezar en el narcotráfico, tenía que saber que sus enemigos irían en contra de su familia si no podían con él.
El mundo del narcotráfico es cruel, sangriento y con una oscuridad tan tremenda que nadie se imagina lo que está pasando, pero a pesar de ello todos siguen cometiendo sus crímenes y la policía hace como si nada estuviera pasando; por un par de billetes las personas bailan, hasta que le llega su turno.
Nadie se va sin pagar lo que hizo…
Llego a la casa de los padres de Alex y sin pensarlo entro, hay muchas personas. Busco con la mirada a Alex, pero no lo veo, sigo buscando hasta que lo veo en una esquina, mi mirada se encuentra con la suya.
—Analía.
Alex me da un abrazo en cuanto se acerca, puedo sentir sus brazos rodearme tan fuerte que casi me transmite todo el dolor que hay en