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Capítulo 11; Peligrosa belleza

~Analía~

Aunque parezca mentira, durante los años de entrenamiento que tuve me enseñaron lo que es ser sensual, la manera en la que uno puede envolver a los delincuentes y poder hacer con ellos lo que quieras.

Fui la mejor de todas en cada prueba, porque cada vez que lo hacía pensaba en cómo le gustaban las mujeres a Alex, siempre atractivas, elegantes, sexy y que hicieran lo que él quiera, aprendí todo, menos a dejarme controlar, y eso lo irrita, pero le gusta, puedo sentirlo.

Sé lo atrevida y sensual que puedo ser, pero también tengo claro lo cautivador y envolvente que puede ser Alex, y justo por eso ahora que lo tengo frente a mí y con sus manos en mis labios siento que es momento de ceder un poco, sin ser tan regalada.

Yo necesito que esté en mis manos.

—No me voy a tocar a tu nombre, te voy a tocar yo.

Su susurro me hace pasarme la lengua por los labios de manera delicada y ciertamente sexy.

—No haremos nada.

Me doy la vuelta para irme, pero me gira, tomándome por mi cintura desde la parte de atrás. Me ha dejado acorralada.

—No quiero que..

Me pone el dedo en medio de mis labios para que haga silencio.

—Qué sexy la manera en que te niegas, cuando en el fondo sabes que me deseas. Yo te deseo —me dice con voz baja, su dedo acaricia mis labios—. Tengo ganas de hacerlo contigo.

—Alex…

Un jadeo se escapa de mis labios cuando se inclina y mete su cara en mi cuello, puedo sentir su cabello rozar mi mejilla y eso hace que mi piel se erice. ¡Por qué ahora!

—No es el… momento —me tiembla la voz cuando sus manos se deslizan por mi muslo. Su cercanía hace que mi cuerpo falle.

Su respiración tibia acaricia mi cuello despertando todas las hormonas en mi cuerpo. ¿Qué me está pasando? ¿Estoy fingiendo o sintiendo?

—Yo sé que también tienes ganas de estar conmigo, Analía… —por alguna razón, mi nombre en su voz ronca se escucha más sexy que nunca, mandando escalofríos por todo mi cuerpo.

¿Esto es real o parte de mi venganza?

Su mano en mi cintura y su aliento descontrolan mi cuerpo. En el momento que sus labios hacen contacto con la piel de mi cuello, me olvido de mi negatividad.

Deja besos húmedos a lo largo de mi piel desnuda, hasta que llega al lóbulo de mi oreja y lo succiona lentamente, haciendo que se me escape un pequeño gemido. Él sabe perfectamente lo que tiene que hacer para debilitarme.

Puedo sentir cómo una pequeña corriente de placer cruza por mi cuerpo dejándome sin aliento. Puedo sentir esa presión en mi parte íntima queriendo que me toque. Su respiración está acelerada y me gusta que no sea la única afectada por lo que está haciendo.

Yo necesito ganar el juego.

Sus labios se pasean por mi mejilla de manera lenta y espero que me bese, pero él se aleja con media sonrisa y yo quedo con mi respiración acelerada.

—Vamos a la habitación.

Me agarra de la mano y entra conmigo de prisa, él también tiene ganas de estar conmigo y es inútil que lo pueda ocultar.

—Quiero que bailes para mí como lo hiciste en la sala.

Me ordena, con su voz ronca

Sin llevarle la contraria ruedo una silla y lo empujo, haciendo que se siente. Pongo algo de música. Quiero que sienta que me tiene, para después enseñarle que el sexo no significa nada para mí.

«Si yo me siento sensual, él me tiene que ver mejor que eso».

Lo miro fijamente con una sonrisa. Camino alrededor de él, tocándolo, deslizo mis dedos por su cabello, muevo mis caderas al ritmo de la canción. Quiero que me desee locamente.

—Eres tan sexy —me dice.

—Disfruta de lo que ves, sin tocar —juego con su oreja.

Mi mirada en sus ojos me hace sonreír.

Me toco despacio mientras Alex me mira; el deseo en sus ojos me encanta. Paso mis dedos por mi cabello, cuello, caderas y mi pecho, luego alrededor de mi trasero. A medida que muevo mis manos a través de mi cuerpo lo miro fijamente, él tiene que volverse loco por mí.

Llevo mis manos hasta su espalda y realizo movimientos suaves. Lo miro a los ojos y tiro su cabeza hacia adelante y atrás de manera lenta

Hago que lo besaré, me acerco para que perciba mi olor. Está por besarme y me alejo unos centímetros, bailando de manera sensual, cierro mis ojos, puedo sentir el deseo que transmite su cuerpo.

Me siento en sus piernas y balanceo mi cuerpo de lado a lado, rozando mi cuerpo contra su entrepierna. Me doy la vuelta quedando entre sus piernas. Me inclino para sentarme en su regazo.

Puedo sentir su cuerpo contra el mío, sus manos me acarician, y yo sigo moviéndome.

—Quiero tocarte…

Puedo sentir su respiración agitada que se mezcla con la mía, necesito que pierda el control.

—¿Me deseas?

Inquiero, mirándolo.

—Sí…

—Yo debería de dejarte aquí, no te has portado bien, me mientes, juegas conmigo.

—Te mataría.

Me alejo de sus labios y lo miro; hay tanta lujuria en su mirada. En el pasado nunca me miró de esa manera.

Me bajo de sus piernas y me agacho, sin dejar de verlo.

—¿Puedo?

No aparto mi mirada. ¿Cómo puede ser tan sensual?

—Por supuesto.

Sé que espera con ansias que lo toque, quiere saber que pudo tenerme, me encantaría mirarlo a la cara y decirle el asco que me causa, el mismo que le causaba yo cuando era su secretaria.

La vida cambió los papeles, ahora yo soy la reina del juego y él un simple peón que se rinde ante mi peligrosa belleza, y eso no cambiará, Alex será un títere más que podré controlar como yo quiera.

Y por ahora; El deseo es el pecado más rico del ser humano y nosotros somos pecadores.

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