El ruido de las puertas siendo abiertas con fuerza rompió el silencio del harén del Rey Ulrich, interrumpiendo el tranquilo sueño de Phoenix. Parpadeó, aún adormilada, y se levantó lentamente de la cama, sus sentidos alerta mientras los guardias reales entraban en la habitación con una presencia intimidante.
Phoenix enfrentó a los guardias con una expresión seria, una mezcla de determinación y aprensión visible en su rostro. Había enfrentado muchas pruebas desde que llegó al castillo de Ulrich, y cada vez que los guardias la llevaban, nunca sabía qué esperar.
"¿A dónde me llevarán esta vez?" preguntó Phoenix, su voz firme a pesar del nerviosismo que sentía.
El guardia real, un hombre de apariencia austera y mirada penetrante, miró seriamente a Phoenix.
"Solo necesitas acompañarnos", respondió &eac