Layla se puso pálida, rosada, roja, y casi pasa por todos los colores del arcoíris cuando escuchó a Richard preguntarle aquello.
—¡Alguien que me traiga una escoba! —pidió—. ¡Porque juro que le voy a pegar con ella!
Todos estallaron en carcajadas mientras Richard hacía un puchero.
—Tampoco es el