—¡Sí! ¡Por supuesto que sí! —exclamó Nahia con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Por supuesto que quiero casarme contigo, amor! ¡Claro que quiero!
Aaron la levantó por la cintura y le hizo una pirueta para acabar besándola con fascinación.
—Te amo, Nahia —dijo apoyando su frente en la suya—. Te amo m