Aaron esperó la explosión de carácter, el enojo, el berrinche las siete groserías. La frase que debía salir de su boca era: Tú a mí no me dices a dónde puedo o no puedo ir.
Pero para su sorpresa la muchacha apretó los labios y respiró profundo.
—OK —gruñó y se metió en su cama enfurruñada.
—Dulce