Era como una patada en el estómago, una que le sacaba el aire y lo llenaba de rabia al darse cuenta de que aquella era la voz de Martin Prescott.
—¿¡Qué le hiciste a Maddi!? ¿¡Dónde está!? —gritó furioso pero no necesitó preguntar dos veces porque el llanto de los bebés de fondo le decían que estab