—No, le rompí la nariz con una enciclopedia —replicó Maddi y James se aguantó la carcajada dos segundos antes de soltarla.
—¿En serio?
—Te lo juro. Ahora mismo debe estar en su cuarto, con su nariz escayolada, o en alguna clínica haciendo los arreglos para su rinoplastia —sentenció Maddi—. Pero de