James tomó sus manos y la ayudó a sentarse en una de las banquetas frente a la isla de la cocina.
—Tienes que entender algo, no soy la clase de hombre que permite que venga un cabrón como él a amenazar a mi mujer. Él fue a buscarte, Maddi, a intimidarte... —dijo y ella desvió la mirada—. ¿Qué clase