—¡Cierto, muy cierto! ¡Ya todos dejen tranquilo a Willcito y su Greñas! —sentenció Rex golpeando la mesa.
Dos días pasaron mientras la familia navegaba y se divertía, hasta que cierta tarde Rex y Sophi se detuvieron impresionados antes de entrar al puente de proa, porque allí arriba estaba pasando