—Vaya, vaya, tía querida —siseó Meli mirando a Heather—. Yo siempre te creí demasiado arrogante, pretenciosa y bastante inútil... no imaginaba que también acompañabas a tu marido en sus crímenes.
La bofetada resonó en medio de la noche y Meli sintió que le ardía la piel, pero no era la primera que