Había lágrimas en sus ojos, pero si Heather y Stephanie imaginaban que era por debilidad estaban muy equivocadas. Aquellas lágrimas en los ojos de Amelie eran pura impotencia y rabia.
—Tengo derecho a una llamada telefónica —gruñó en cuanto la metieron a una celda.
—No te preocupes, muchacha, te a