Cuando abrieron el portón del garaje donde guardaban el coche, Gely se impresionó y al mismo tiempo tenía miedo, pues no conocía realmente a nadie de ahí, al menos ella creía eso.
¡mami! Aquí traje a la niña, estaba buscando a Rossane – dijo el muchacho –
¡Si Gordito! ¡Gracias! – dijo la señora Aurora –
¡Gely! ¡Ven! ¿quieres cenar algo? – pregunto la señora Aurora –
¡No quiero! ¿Dónde esta mi hermanita? – preguntó la niña –
¡no te asustes!, ella esta con mi hija en su cuarto, ¡pasa! – dijo Aurora –
¡Gely! ¡Ven! ¡mira! – salió Rossane del cuarto –
¡Rossane te perdiste! – dijo Gely –
¡No! Me trajo su hijo, se llama licaldo – dijo Rossane, ya que no podía pronunciar bien la letra r todavía –
¡Ricardo! Es mi hermano y yo soy Aurora igual que mi mamá – dijo la muchacha, que parecía tener la edad de su tía Lupita –
¡Mira Gely, tiene muchas muñecas! – entrando al cuarto dijo Rossane –
Al entrar al cuarto Gely se sorprendió ya que efectivamente en las paredes había casitas colgadas con muñeca