Capítulo 43: Pequeña Lía
Logan se acercó despacio. No quería asustarla. Cada paso que daba resonaba en el pasillo vacío, y eso lo obligó a suavizar el paso, a parecer menos imponente de lo que en realidad era.
La niña levantó la vista, sobresaltada, y se apresuró a secarse las lágrimas con el dorso de la mano, como si tuviera miedo de ser reprendida por llorar.
—Hola —dijo él con voz baja, casi en un murmullo—. ¿Qué haces aquí sola?
La pequeña no respondió. Bajó la mirada hacia sus zapatitos y apretó aún más la muñeca que llevaba entre los brazos.
Logan se agachó, quedando a la altura de la niña. No era un gesto habitual en él; rara vez se inclinaba ante alguien.
Cuando la pequeña alzó la mirada, por un instante se quedó inmóvil. Sus ojos eran grandes, de un azul intenso, idénticos a los suyos. El brillo que reflejaban lo desconcertó. No esperaba ver en el rostro de una desconocida ese mismo tono que lo acompañaba cada vez que se miraba al espejo.
Sin saber por qué, mantuvo la mirada