POV: AIRYS
— Es la primera vez que no tenemos sed de matar. Solo… de proteger. Hay algo en ti, pequeña humana, que hace que una bestia como yo desee algo más allá del odio — susurró Daimon, ronco, con la voz tan cerca de mi oído que sentí cada palabra vibrar contra mi piel sensible, erizando toda mi espalda.
Cerré los ojos, estremeciéndome con el aliento caliente que rozó mi oreja, sintiendo cómo todo mi cuerpo se erizaba. Su olor… ese aroma maderado, masculino, rudo y dominante… me envolvía como una adicción.
— ¿Y qué quieres sentir conmigo? — Mi voz salió más baja de lo que pretendía, atrapada por ese maldito efecto que solo él causaba. Abrí los ojos despacio, encontrando los suyos. Intensos. Salvajes.
Se tensó. Lo sabía. Lo sintió. Mi aroma había cambiado. Y él lo amaba.
Sus labios rozaron mi oreja. Sus colmillos… provocativos. La punta tocó mi piel, y jadeé, temblando.
— Quiero sentirlo todo — su voz llegó grave, intensa e imponente, cargada de deseo crudo. Con un movimiento brusc