Abel
Fue la primera vez en toda mi vida que me alegré de que me haya dado un ataque de pánico, por qué gracias a eso tuve un contacto muy singular con la mujer que causó tal estado.
—¿No temes a que la crema de caramelo y la sal dañe tu salud? —preguntó riéndose.
—No soy tan perfecto como parece, pero si eso pasa tengo a la mejor doctora a mi lado.
—Mm... ya veo—continúa con la misma sonrisita.
No soy tan fuerte, ni tampoco tan perfecto como aparento, tengo mis debilidades y mis miedos e incluso mi mayor temor no es hablar en público, sino perder a las personas que quiero, no saber de ellas o simplemente dejan de existir. Aunque mi rostro y personalidad muestran valentía, en el fondo de mí, pero muy en el fondo soy muy frágil.
—¿Te apetece cenar conmigo esta noche?
—Me encantar&ia