— Pero… — Elara continuó haciéndome alzar la cabeza con esperanza. — Es posible controlarla, y sí, los pactos pueden romperse, pero todos tienen un precio.
— ¿El precio sería más alto que el propio pacto? – Mordí nerviosa los labios, ansiosa por respuestas.
— Quizás, ¿cuánto estás dispuesta a entregar a la oscuridad para liberar a tu familia de la maldición de la leyenda?
Su pregunta me impactó. Un estado de alerta se formó en mi mente; el temor de que usara algún tipo de magia de sangre para destruir lo que más valoraba me hacía temblar.
— Imagino que quieres liberar a tu Alfa de la maldición y liberarte de la leyenda, ¿verdad? – Elara sonrió mientras me evaluaba con un análisis crítico.
— No quiero ser una marioneta del destino o de los dioses. No pedí nada de esto, ¡quiero ser libre! – Cerré los puños con determinación. — Ni siquiera el Alfa merece este destino.
— ¿En serio? – Sus palabras tenían peso. — No te dejes engañar por los juegos de seducción, Sophie. El Rey Lycan es un lo