— Claro que parecía - encogió los hombros. — Quieren que parezca. Escúchame, híbrida. Si pudieran prever o definir lo que está por venir, yo no habría sido destinado a mí.
— No entendí… — Me detuve, confundida, mirándolo.
— Sigues siendo lenta - dijo Harvey, con firmeza. — Podemos cambiar la historia. Nada está definido, ni siquiera esa leyenda.
— ¿Realmente crees en eso? - Lo miré con esperanza, apretando su mano.
— Ya desafié a los Dioses antes, Sophie. ¿Piensas que no desafiaría el destino y sus hazañas? - Había un brillo astuto en los ojos del Rey Lycan.
Sintiéndome más segura, seguí adelante, convirtiendo su determinación en la mía. Entrenaría, aprendería a controlar la magia, al igual que controlaba a la loba, y pondría fin a esa bruja maldita de las sombras.
Nuestra jornada fue larga y finalmente llegamos a la ciudad de las brujas, donde Elara nos esperaba con su postura altiva y una mirada desafiante dirigida al Alfa.
— Creí que habían renunciado al acuerdo - dijo ella en tono