Empecé a reír ante su reacción, mirando a mi alrededor para ver si había alguna señal de la criatura que nos atacó.
— Se ha ido - olfateé el aire, dándome cuenta de que no había rastro de su olor.
— Se ha ido - se acercó Harvey, evaluándome. — ¿Estás bien?
Asentí y, mientras las lágrimas brotaban en mis ojos, algunas escaparon por mi rostro.
— ¡Nunca nos dejará en paz, ¿verdad?! - Lamenté, con la voz entrecortada.
El Alfa secó algunas de mis lágrimas, sus ojos reflejando una preocupación que no compartía.
— Mañana iremos a la tierra de las brujas, necesitas entrenar - declaró, encogiéndose de hombros antes de alejarse. Corrí hacia él, mirando nerviosamente a todos lados.
— ¿Qué quiso decir con que su bestia se está debilitando? - Pregunté, curiosa, agarrando sus brazos.
— Eso es lo que pretendo averiguar - respondió el Alfa, deteniéndose para recoger la ropa rasgada del suelo y arrojando los harapos en mi dirección para que me cubriera. — Pero te aseguro que hoy no estaba débil; ¡logr