Pablo había comenzado a hablar.
—Bien, esto es casi como una señal del destino. Al fin estáis juntos los siete cachorros híbridos y creo que todos sabéis que esta noche vuelve a ser noche de luna llena. Quien más quien menos de vosotros, seguramente lo notará de una u otra forma, imagino. Quizá esta noche pasada habéis tenido pesadillas o sueños agitados, ha aumentado vuestro nerviosismo, vuestras ansias de pelea.
Martín se levantó de su asiento y se golpeó el pecho imitando a un gorila.
—¡Doctor, doctor! ¿Qué me pasa?
—Payaaaso —gritó Efrén.
Martín le miró y le dedicó una peineta mientras le tiraba un beso.
—Vamos, vamos, es importante, chicos.
Pablo se giró hacia el encerado. Tenía algo que contar y temía la reacción de los chicos,