C160- DIREMOS QUE FUE EL GATO.
C160- DIREMOS QUE FUE EL GATO.
Le apartó la tanga de un tirón y la penetró de una embestida, llenándola por completo. Lucy ahogó un gemido y sus uñas arañaron la madera.
Él no esperó.
Comenzó a mover las caderas con un ritmo duro, controlado, cada empuje más profundo que el anterior.
—Eres tan perfecta— gruñó, aferrándose a sus caderas—. Y voy a hacerte mía en cada maldito sentido.
El escritorio crujió bajo su peso mientras Eros la empujaba contra la superficie, cada embestida derribando libros y retratos con estrépito. El sonido de sus caderas chocando con sus nalgas resonaba húmedo, obsceno, mezclándose con los jadeos entrecortados de Lucy.
—No pares… —suplicó Lucy, con palabras entrecortadas—. Por favor…
Pasos afuera los alertaron y Lucy mordió su labio para no gemir, pero Eros no disminuyó el ritmo. Al contrario, lo intensificó, levantándole una pierna y colocándola sobre el escritorio, cambiando el ángulo.
—¡Eros!— jadeó ella, con los ojos en blanco—. ¡Eros…!
—Sí— gruñó él, sinti