Cuando Tamara salió de la casa de su padre dos horas después, se sentía como si hubiera envejecido décadas. Cada paso parecía pesar toneladas mientras caminaba hacia su auto.

Ethan la esperaba recostado contra el capó, y cuando la vio, supo inmediatamente que algo fundamental había cambiado.

—¿Qué pasó?

—Todo mi vida es una mentira construida sobre las decisiones de hombres desesperados. —Tamara se dejó caer contra él, y Ethan la abrazó mientras ella lloraba—. Y lo peor es que entiendo por qué lo hicieron.

—Todos somos prisioneros del pasado de alguien más —murmuró Ethan contra su cabello.

Algo en su tono hizo que Tamara se separara y lo mirara.

—¿Qué pasa? Hay algo que no me has dicho.

Ethan cerró los ojos, y cuando los abrió, había dolor en ellos.