*Adriano Di Lauro*
Paseo el brazo por la cama buscando el cuerpo de diosa de mi mujer, pero en su lugar encuentro un bulto pequeñito. Abro los ojos solo para encontrar a la bebé más hermosa del universo prendida de su chupete y dormida.
«¿Y ahora a dónde ha ido?»
Desde hace una semana estoy lidiando con una esposa rebelde en máxima potencia.
Rodeo la cama con los almohadones, compruebo el pañal de Alexa una última vez y la beso en la frente antes de dejar la habitación.
Paso por el cuarto de los chicos y solo veo a Pietro durmiendo tan tranquilo como siempre mientras que Gibson mira un partido de boxeo en la televisión.
—Media hora y te vas a la cama —advierto desde la puerta con los brazos cruzados.
—Mañana es sábado.
—Media hora y te acuestas o vengo a darte la medicina que tanto te gusta, Gibson Di Lauro —dejo claro para luego seguir mi camino rumbo a las escaleras.
Los mayores no han llegado, al parecer la fiesta de la boda no les fue suficiente. No sé cuál es la alegría ni