Capítulo veintiséis
Una elección peligrosa
*Enrico Falconi*
Reviso la propuesta en tanto los inversores disfrutan de la música, la bebida… y las vistas. Las bailarinas se pasean una que otra vez por nuestra mesa y mientras que los invitados prácticamente babean sobre ellas, yo me remito a leer el documento. Ninguna mujer es capaz de provocarme ni la más ínfima reacción desde que conocí a la diosa de cabello azabache y ojos azules. Solo ella puede excitarme, incitarme al pecado y finalmente, frustrarme. Sin embargo, estoy seguro de que a partir del próximo domingo todo va a cambiar.
Estoy ansioso, sufro con la dolorosa erección que me explota en los pantalones y sueño con venerar su cuerpo desnudo aun estando despierto. Me tiene hipnotizado por completo y no estoy seguro de si veinticuatro horas serán suficientes para satisfacerme de ella.
—Todo p