Capítulo veinticuatro
Veinticuatro horas
(Bueno qué coincidencia que el capítulo 24 se llame así, ¿no? Señales del destino le dicen)
*Stella Di Lauro*
Siento cómo se me comprimen los pulmones, agotando el aire en mi sistema. Las piernas me flaquean y es Enrico quien me sostiene para no darme de bruces contra el suelo. Tengo un defecto muy grande y es que no sé reaccionar bien ante las malas noticias.
—Ella —el castaño me sacude con vehemencia—. ¡Reacciona!
Inhalo y exhalo varias veces para conseguir volver a mis sentidos. Poco a poco, la sensación de ahogo va quedando atrás.
—¿Cómo…? —vuelvo a tomar aire—. ¿Cómo está mi abuela?
—Solo sé que le dispararon —responde la secretaria—. El señor Di Lauro tuvo que adelantarse