Capítulo tres
La cacería ha comenzado
*Enrico Falconi*
Deslizo los dedos con fuerza entre las piernas de la morena, buscando su punto más sensible. Avanzo abriendo sus labios más húmedos y al palpar sus fluidos, sonrío con suficiencia.
Está así por mí y apuesto a que jamás ha experimentado unas ansias de ser tomada como ahora.
Azoto su nudo palpitante con palmadas secas, obteniendo mi recompensa cuando deja escapar un pequeño gritito de placer. Repito la acción y entonces, introduzco un dedo en su cuerpo.
Quiero más, mucho más.
La animo a inclinarse hacia adelante hasta quedar recostada sobre la mesa de trabajo antes a&nti