Luego de procesar las palabras dichas por Enzo, estaba preparando su respuesta cuando el médico ingresó y dijo alarmado: –Enzo, deberías estar acostado boca abajo. –Solo que la ineficiente de su enfermera, lo hizo sentarse para poder seducirlo –intervino Patricia–, porque cuando llegué la encontré inclinada sobre su rostro, creo que quería besarlo o quién sabe que otra cosa más intentaba hacerle. –Eso es mentira –se defendió la mujer. –Entonces, ¿por qué lo sentaste? –preguntó Patricia furiosa. –Lorraine, te relevo de tus funciones –dijo el médico. –¿Qué? ¿Por qué me haces esto? ¿Por la palabra de una zorra de turno? Yo tengo años aquí.Patricia hizo ademán de acercarse a la enfermera, pero Enzo la sostuvo por la muñeca. –¿Tuviste relaciones con ella? Es la única explicación que encuentro para su actitud. –Posiblemente, no lo recuerdo en realidad. –Vaya territorio que dices que
Patricia decidió pasar esa noche, como las anteriores, en la habitación de Enzo en una butaca reclinable, a él lo sedaron y cuando amaneció todavía no había recuperado el sentido; ella aprovechó su estado para inclinarse y darle un beso en la frente, acto que fue grabado discretamente por William.La joven se despidió de todos y escoltada por Héctor más dos hombres adicionales, aparte del chofer, salió de la clínica donde se recuperaba Enzo. –Héctor, ¿realmente es necesario este despliegue de seguridad? –Señora, me gusta mi cabeza pegada a mi cuello, cumplo órdenes, no me la ponga difícil. –Es que me parece una exageración. –¿Exageración cuidarla a usted para el jefe? De ninguna manera. –¿Me cuidan para el jefe? –La cuidamos por órdenes del jefe, porque usted es sumamente importante para él, eso fue lo que nos dijo. –¿En serio? –Yo nunca bromeo señora.Patricia guardó silencio, disfrutando
Enzo notó el movimiento a su alrededor ya su vista estaba bastante restablecida, así que quiso saber lo que ocurría. –¿Qué está pasando? –Vamos a salir de aquí, te llevaremos a otro lugar para terminar tu recuperación. –¿A cuál otro lugar? –A mi casa –aclaró Patricia entrando a la habitación. –No, no es necesario, seguiré aquí. –Enzo no voy a discutir, tengo un plan para tu recuperación, ya lo discutí con el doctor y está de acuerdo conmigo. –Pero ese plan no lo discutiste conmigo que soy el más afectado, así que me quedo aquí. –¿Podrían dejarnos solos por favor? –pidió ella.William la miró con una sonrisa de medio lado, el médico asintió y buscó la puerta, la enfermera y otro escolta también se retiraron en silencio. Cuando la habitación estuvo despejada Patricia se acercó a Enzo para decirle: –Enzo, sé muy bien lo que está ocurriendo contigo, desde ayer he estado devorando in
–Espero no interrumpir, pero necesito hablar con Enzo, en privado. –Descuida, yo tengo cosas por hacer. Nos vemos al mediodía para el almuerzo. –Sí, está bien –aceptó Enzo muy serio, seguidamente desvió la mirada hacia William. –No me mires así, es realmente importante, de verdad lamento haber interrumpido lo que parecía un momento romántico con la jefa, pero la gente de Dakota del Norte está pidiendo apoyo urgente, solo quiero confirmar contigo si se autoriza que nuestro grupo de allá intervenga. –Depende contra quien estén peleando, tenemos muchos aliados allá. –Son un residuo de lo que tenía Chicago allá, buscando recuperar territorio, pero trabajando con niños. –Desgraciados, autorízalo y que los acaben. –Me enteré de otra cosa, pero no he podido confirmarlo. –¿Qué pasa? –Se trata de Greg, parece que está herido y lo están trasladando aquí. –Yo lo con
CAPÍTULO 59 Enzo… ¿celoso?Enzo buscaba en su mente una forma de explicarle lo que era, su doble vida, quería decir frases que la hicieran desistir, deseaba encontrar una palabra que lo definiera y le diera una idea exacta del peligro que representaba llevar su apellido, vivir con él, entrar en su mundo oculto.Lo cierto es que no sabía si era por la lesión que sufría, pero su elocuencia había desaparecido en el instante en que ella hizo la pregunta tan directa, tan plana; un cuestionamiento que no admitía irse por la tangente; una interrogación que solo podía responderse con la misma franqueza con la que fue hecha.Pero su mente no lo ayudaba, los conceptos que recordaba tenían que ver con armas, cadáveres y sangre, pero con un esfuerzo extraordinario, abrió la boca para decirle: –Soy un juez y un verdugo. –¿Eso significa que tu decides sobre la vida de las personas a tu alrededor?Cuando iba a responder, el teléfono en su mano vibró y al ver quién era, no pod
Patricia tomó una ducha y se arregló con toda la lentitud que le dictaba su razonamiento, todo con la intención de retrasar el momento de ir a la habitación de Enzo a decirle que saldría para reunirse con el señor Ko.Luego de verse varias veces en el espejo para no parecer demasiado arreglada, caminó a paso lento al encuentro con Enzo. –Hola, ¿puedo pasar? –Sí, por supuesto, estás en tu casa, el huésped soy yo. –Venía a decirte que voy a salir. –¿A salir? Bien, ¿ya le avisaste a Héctor? –Sí, ya le avisé. –Perdona, pero…, ¿puedo saber adónde vas?Patricia sintió un ligero escalofrío en todo el cuerpo ante la pregunta que había estado temiendo, aspiró profundamente para tomar valor y finalmente respondió: –Ko, el socio coreano del proyecto de Tailandia, vino a la ciudad y me citó porque desea hablar conmigo. –¿Y eso? ¿Habrá algún problema con el proyecto? –indagó haciendo gala de una excelen
Apenas dijo la frase, Enzo cerró la llamada, alterado por haber perdido el control de sus emociones, ¿qué había dicho?, era la segunda vez que hablaba de amor con respecto a Patricia.William estaba en la puerta de la habitación, apoyado en el marco de la misma, con los brazos cruzados, había escuchado parte de la conversación, él era irreverente, hablaba sin filtro, su desparpajo era característico, así que no le costó nada decirle a Enzo: –Patricia está consciente de todo lo que puedes ofrecerle... y tú también, ¿qué? –¿Qué haces escuchando conversaciones privadas? –La puerta estaba abierta. Enzo, no soy romántico y menos esa mierda de Cupido, pero esa chica es la horma de tu zapato, tiene carácter, determinación y una seguridad que no le vi nunca a Marilyn. –¿Estás abogando por Patricia? –A ella sí pudiera considerarla jefa, las otras yo las veía como tus acompañantes de una noche y a la rubia siempre la vi como tu mujer,
Unos toques en la puerta los sacaron bruscamente de la burbuja en la que se habían sumergido. Ambos caminaron hacia la entrada, Enzo abrió y ahí estaba William con una rara expresión de preocupación en su rostro. –¿Qué pasa? –Cuando llegaron al lugar del operativo, estaba en llamas y adentro solo encontraron cadáveres calcinados, uno de los cuerpos tenía características similares a las de Adia Gutiérrez, están asumiendo que murió allí. –Nuevamente fue avisada de que iban por ella, esa escena es preparada, Adia no murió allí, es lo que quiere que piensen para que dejen de buscarla. Haré una llamada.Enzo tomó su teléfono y se aisló un poco para hablar con confianza. –Supongo que ya sabes lo que pasó. –Y yo supongo que no te lo creíste. –Tengo que hacer mi papel, ahora mismo no sé quién pudo haberle avisado y darle tiempo suficiente para preparar lo que encontré aquí. –¿Entonces? –Adia Gutiér