22. Cazadora.

POV Chantall.

Siento la rabia deslizarse por cada fibra de mi cuerpo, espesa, ardiente, venenosa. Me arde bajo la piel como fuego atrapado.

Me sirvo una copa de vino. Rojo, denso, amargo. Como mi noche... O como mi vida en general.

Emilia parece tener un pacto con el mismo diablo... La maldita escuincla se me esfumó ayer en un puto pestañeo. Ni siquiera me di cuenta en qué momento. Solo parpadeé… y ya no estaba.

Llevo la copa a los labios, pero no la bebo. Acaricio el borde con la yema de los dedos, mientras la otra mano roza el golpe que me dejó el muy cabrón en el ojo y parte del pómulo. Me arde. Me pulsa. El dolor late con vida propia… pero más me arde la impotencia.

Xavier. Ese hijo de puta. Me golpeó en cuanto se enteró de que la zorrita desapareció… y para colmo, me obligó a tomar su lugar.

Siento que el vino me quema la garganta al bajarlo. O tal vez no es el vino. Tal vez es la bilis que se me revuelca adentro, junto con las náuseas de recordar las manos de esos cerdos: drogad
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