VI.

HUXLEY.

2 de mayo de 2032.

Veo el techo aburrido acostado en el sofá mientras escucho la respiración tranquila de mi chocolatina al dormir.

Sonrío cuando escucho como se mueve en la cama y entre sueños murmura –idiota–.

Me siento en el sofá y miro la cama, en donde esta mi chocolatina durmiendo tranquilamente abrazando una almohada (que desearia ser yo) y con las sabanas cubriendola solo de una pierna, ya que la otra la tiene totalmente al descubierto al igual que todo su cuerpo.

En otras noticias, me gustan sus piernas y su trasero, pero no creo que este bien verlos en contra de su voluntad, asi que me levanto del sofá, me acerco a la cama y con mucho cuidado de no despertarla, muevo las sabanas para arroparla correctamente.

Quito el cabello que cubre el rostro de mi chocolatina para dejar su hermosa cara al descubierto.

Sí, definitivamente esta mujer me tiene como un loco enamorado y eso que solo llevamos unas horas de conocernos.

Por otro lado, no me gusta que se sienta incomoda a mi lado, aunque no me sorprende con la fama y poder que tengo, pero no importa, voy a hacer que se enamore de mí aunque eso me lleve toda la eternidad.

Me dirijo al sofá, pero antes de poder sentarme, alguien llama a la puerta, así que voy a abrirla para encontrarme con una mujer con la cabeza baja y temblando un poco.

En serio no entiendo porque todos los humanos a mi alrededor tiemblan con solo verme, o sea, solo soy el rey, ni que me los fuera a comer o algo parecido, máximo solo los asesino y ya.

—¿Qué se te ofrece? —le cuestiono en un tono frío y seco mirandola fijamente.

¿Qué? Me gusta divertirme con las reacciones de las personas aunque eso implique asustarlas un poco.

—Yo... eh....

La miro con una ceja alzada y me cruzo de brazos haciendo que se ponga más nerviosa.

La mujer solo extiende una bolsa, la cual agarro, antes de hacer una reverencia e irse caminando lo más rápido que puede de aquí.

Suelto una risa baja antes de cerrar la puerta y ver el contenido de la bolsa.

Veo a mi chocolatina y luego a la bolsa.

Ni modo, toca despertar a la bella chocolatina durmiente.

Dejo la bolsa en la orilla de la cama y me acerco a ella.

—Chocolatina —le hablo en un tono un poco bajo mientras pongo mi mano en uno de sus hombros—. Despierta.

Ella no se inmuta ni un poco.

Vaya que si es una bella durmiente.

—Mi chocolatina, mi vida —la muevo un poco del hombro—. Despierta.

Ella se queja un poco.

—Dejenme dormir —dice abranzando más a la almohada—. Soy un oso perezoso.

—Pues no tienes apariencia de eso, de hecho, pareces humana —bromeo y ella se queja—. Ya, chocolatina, no seas perezosa y levantate.

—¡Deja de molestar, Pato!

Bueno... si ella así lo quiere.

Pongo mis manos debajo de mis axilas y empiezo a mover los brazos como si fueran alas y empiezo a decir:

—¡Cuak, cuak, cuak! —me acerco a su oido— ¡Cuak, cuak, cuak!

Mi chocolatina se queja pero esta vez parece que ya no esta más dormida que despierta ya que abre los ojos y gira el rostro para verme.

Abre los ojos sorprendida y palidece un poco cuando me ve, mientras yo le sonrio e intento ignorar el hecho de que nuestros rostros están a milimetros y que si quieremos podemos besarnos con movernos muy poco.

—¿Ya estas despierta? —ella no contesta nada y sigue viendome sorprendida—. Voy a tomar eso como un "sí".

Me alejo y veo como ella se sienta todavia un poco sorprendida y pálida en la cama.

—Trajeron ropa y algunas otras cosas para ti, están en esa bolsa —la señalo—. Voy a estar esperandote afuera de la habitación para ir a desayunar, pero cuando salgas, por favor, entregame la camisa y el saco, no tengo otra ropa, ¿vale?

Ella asiente.

—Te espero afuera, mi chocolatina preciosa —dejo un beso en su frente y ella se sorprende un poco cuando hago eso—. Tomate tu tiempo.

Salgo de la habitación y cierro la puerta para después recargarme en ella.

Bueno, es momento de poner a prueba si lo que dicen de que las mujeres se tardan mucho en arreglar es cierto.

♟♟♟♟♟

Siento el aroma de mi chocolatina cada vez más acerca, asi que sonrio antes de alejarme de la puerta, la cual es abierta poco después por ella.

—Ten.

Me extiende mi camisa y saco.

—Gracias —le digo agarrandolos y empezandomelos a poner—. Te ves muy bien.

—Gracias.

—Aunque no me sorprende —termino de arreglarme—. Tú eres hermosa y te ves tan bien con lo que sea o como estes y de eso se da cuenta cualquiera, hasta un payaso como yo.

Veo como se sorprende más y se pone roja, aunque sigue evitando verme a los ojos.

—Vamos a desayunar, rojita —le digo agarrandola de la mano y empezando a caminar— ¿Eres alérgica a algo?

—Sí.

—¿A qué?

—A la papaya y esparragos.

—Entonces no tendremos problema con eso —me acerco a su oido—. Odio la papaya y por eso en mi casa nunca hay.

Ella solo asiente y seguimos caminando.

Me pongo recto y pienso en lo que dije.

¿¡Por qué no se me ocurrio algo mejor!?

Llegamos a la puerta del comedor y entramos haciendo que todos se queden callados.

Mi chocolatina se pone tensa y aprieta mi mano.

—Sigan con lo suyo.

Todos empiezan poco a poco regresar a sus asuntos mientras mi mate y yo caminamos entre ellos rumbo a nuestra mesa.

Muevo la silla de mi chocolatina para que ella tome asiento, lo cual hace, antes de sentarme enfrente.

Un mesero se acerca a nosotros.

—¿Qué desean desayunar?

—Yo quiero un café negro y un omelette con carne, por favor —le respondo— ¿Tú qué quieres desayunar, mi chocolatina?

—Fruta.

—¿Estás segura? —ella asiente—. Bueno, entonces eso seria todo.

El mesero asiente con la cabeza antes de irse y a los dos minutos, regresa con nuestros platos.

—Gracias —le digo—. Ten.

Le doy mil pesos y él lo agradece antes de irse.

Veo como mi chocolatina come su fruta timidamente.

¿Qué hago para que no se sienta así?

Veo el bote de miel y lo agarro.

—¿Quieres miel? —le pregunto—. La fruta con miel sabe mejor.

—Eh...no me gusta la miel.

—Ah, ok.

Dejo el bote en la mesa y ambos desayunamos en un ambiente un tanto... incomodo.

♟♟♟♟♟

—¿Estas segura de que quieres irte con las demás? —ella asiente—. Bueno solo llamame cuando llegues a casa, ¿vale?

Ella asiente y yo me quito mi saco y se lo pongo en los hombros.

—Es por si te da frío —le digo—. En una de los bolsillos está una tarjeta de presentación, llama al número de ahí y mi mayordomo te va a contestar.

—Esta bien.

Veo detrás de ella y miro como los algunxs estan yendose con sus parejas y otrxs prefieren irse en el vehiculo en el que vinieron.

Yo en serio queria acompañar a mi chocolatina a su casa, pero ella prefiere irse con las demás chicas del internado, asi que no puedo hacer nada, ya que no quiero que sienta presionada o más incomoda, aunque en serio queria ir con ella y de una vez aprovechar para presentarme ante su familia (si es que tiene) y pedirles permiso para que ella se vaya a vivir conmigo (si es que vive con ellos).

¿Qué? Sere el rey y se hace lo que yo diga, pero eso no significa que no tenga modales, o sea, los modales hacen al hombre, además hacer eso demuestra que estoy realmente interesado en ella y que no la veo como algo pasajero o momentaneo como a las demás.

Ok, lo último no sono muy bien.

¡Todas las joyas vengan, ya nos vamos a ir! —grita la directora enfrente del bus.

Veo a mi chocolatina.

—Ya debes de irte —le digo—. O de lo contrario, se van a ir sin ti.

—Lo sé.

Agarro su rostro entre mis manos y lo acerco al mio.

Al final le doy un beso cerca de sus labios y veo como se pone roja de la cara.

Ahora que lo pienso bien, creo que me gusta verla roja, siento que así se ve muy tierna.

—Buen viaje.

Ella asiente muy nerviosa antes de que suelte su rostro y salga corriendo hacia el bus, lo cual provoca que me ria.

En serio no sabia que tener mate podía ser tan divertido además de ser lo mejor que me ha pasado en la vida después de nacer y ser guapo e inteligente, claro.

Voy hacia mi auto, en donde esta Jesús, mi chófer, esperándome.

Entro al vehículo y Jesús sube al asiento del piloto.

—¿Al castillo, rey? —me pregunta.

—Lo más rápido posible, por favor.

Jesús solo asiente y arranca el auto mientras yo pienso con felicidad en todo lo que va a ocurrir a partir de ahora.

♟♟♟♟♟

—¡Llegue!

Cierro la puerta de la casa y en menos de diez segundos, Chispa viene hacia mí moviendo la cola muy alegremente.

—Buenos días, rey —me saluda Bob— ¿Cómo...?

No termina la pregunta cuando me ve cargar a Chispa y bailar con ella en brazos muy felizmente mientras canto.

—¿Rey? 

Volteo a ver a Bob, el cual me ve un poco extrañado.

—Me fue de lo mejor, Bob —le respondo feliz—. De hecho, me fue más que excelente, ¿sabes por qué? —él niega confundido— ¡Porque al fin encontré a mi reina!

Bob abre los ojos sorprendido.

—¿E-Es en serio? —asiento feliz— ¡Que gran noticia, rey!

—¡Lo sé! —le digo mientras bailo con Chispa, la cual ladra feliz— ¡Ayer fue el mejor puto día de toda mi existencia!

Chispa ladra para que la baje y eso hago, ya que mi mascota se canso de bailar y se va a la cocina a beber agua.

—Bob, escuchame bien, por favor —le digo y él asiente—. En unos días a lo mejor mi chocolatina va a venir a vivir conmigo, así que hay que arreglar todo para su mudanza, ¿ok?

—Entendido, rey.

Lo veo feliz antes de cargarlo por la cintura y alzarlo para dar un par de vueltas.

—¡La vida es tan bella! —digo una vez que lo bajo y camino hacia las escaleras— ¡Amo vivir aunque a veces me joda!

Subo las escaleras rápidamente hacia mi recámara, la cual normalmente solo uso para venir a cambiarme de ropa, lo cual va a cambiar muy pronto.

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